domingo, 1 de julio de 2007

Barcelona


Hablar de Barcelona es remitirme a los cinco años que llevo viviendo España, con la salvedad del escaso tiempo por alguna otra ciudad europea.
Cuando la vi por primera vez no me sedujo, más bien todo lo contrario, pero como mi curiosidad no me permitió quedarme con la primera impresión, la fui recorriendo rincón por rincón y hoy me atrevo a decir que es un lugar donde la magia hace su presencia casi a diario. Tal vez porque los sueños de los miles de extranjeros que caminan por sus calles día a día, pintan el suelo con colores nuevos, que la convierten en uno de los principales centros mundiales en variedad de razas y lenguas.
Caminar por el Casco Antiguo los fines de semana, te hace pensar que te sitúas en le Torre de Babel y si vas un poco bebido muy pronto ni te acordarás en qué país te encuentras. De día los turistas con sus infaltables cámaras de fotos y videos, intentarán inmortalizar a las pobres estatuas humanas, de todos los colores y géneros, que se distribuyen por las Ramblas, casi hasta el final y de allí el mar te irá guiando por el paseo infaltable hacia la Barceloneta, con su variedad de restaurantes, donde la cocina catalana hace su Miss in scene, y tendrás que olvidarte de tu dieta para degustar una fideuá y unos crujientes pan tomacas (pan con tomate). De tanto en tanto verás por la ciudad alguna nueva obra de arte ultramodernista, que solo consistirá en un par de hierros atravesados y plantados sobre el cemento, o una serie de vacas pintadas de mil colores, en tamaño natural, como esas que hace más de un año andaban repartidas por distintos puntos de la ciudad, y que se supone que tú tendrás que apreciar, porque es arte. Y vaya que lo es, como no, si estamos en una de las principales capitales artísticas del mundo.
Las reglamentación para construir - que no permite edificar a más de determinada altura en algunos tipos de construcción y lugares- hace que se pueda ver el cielo, lo que la ubica en un lugar de privilegio en cuanto al aire que se respira, como único inconveniente solo puedo decir que la humedad extrema es lo que más fastidia.
Es sencilla de recorrer pero no fácil, hasta que no te enteras de que sus fundadores la han diagramado en forma transversal y que han omitido la simplicidad de la cuadrícula.
Caminando siempre en línea recta por el puerto, se llega hasta la playa, lugar que solo saben apreciar los turistas, porque los nativos y los que nos terminamos nacionalizando por amor a España, preferimos alejarnos fuera de la ciudad y disfrutar de otro tipo de sitios de costa. Los catalanes son bastante cerrados a la apertura migratoria, no solo a la de los países extranjeros sino con el resto de España, y no es extraño el mal trato que tienen para con la migración. Del otro lado de las Ramblas, atravesando Plaza Cataluña, se encuentras las Ramblas de Cataluña, ésta parte de la ciudad, junto con Paseo de Gracia, conforman la zona por excelencia donde los catalanes van de compras y las damitas se sientan a tomar el té en las terrazas dispuestas por todas partes. Los nativos tienen pasión por vestirse con marcas y gastan lo que no ganan en la apariencia a la cual se ven obligados a pertenecer, víctimas de una sociedad abismalmente clasista. Trabajan de lunes a viernes y los fines de semana se vuelcan a las calles en las horas nocturnas, para salir de marcha. La misma consiste en comenzar la noche en algún bar o discoteca y luego seguir recorriendo todas las que les venga en gana, bebiendo casi en forma exagerada, para culminar al amanecer, de vuelta en casita, con terrible pedo encima. Vaya forma de divertirse...
Lo digno de destacar, es la limpieza de la ciudad, por las noches la compañía contratada para mantenerla limpia, en un par de horas la dejará más aseada que el baño del Palacio Real. La guardia urbana es la que vigila las calles de día y de noche, gracias a ello los que aquí vivimos, gozamos de una seguridad fantástica.
Y colorín y colorado, este cuento se ha acabado.

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