martes, 7 de agosto de 2007

Migración, bendita gente.


Hoy caminaba por Diagonal Mar, mezclada entre la multitud, agobiada por el calor y la humedad de mi bendita ciudad, y observaba como siempre, a la maravillosa especie humana.
Desde hace varios años veo como ha crecido ésa porción importante de ciudadanos del mundo, que hoy han elegido establecerse aquí, tal vez para quedarse, o para, simplemente, terminar de entender que la tierra que los ha parido es el mejor de los lugares.
Todos guardan un patrón similar, van y vienen buscando oportunidades, con sus pintas no demasiado ortodoxas, porque no aceptan que han comenzado una vida diferente dentro de la UE, con distintos parámetros de gustos, inquietudes, etc, etc, pero de alguna manera también aportan al cambio, colocando su "gotita novedosa", y enseñando costumbres de otras partes del mundo. Recuerdo que hace años, cuando yo daba mis primeros tumbos como emigrada en esta bella España, un conocido me dijo: "Tú debes adaptarte". Confieso que me sonó fatal, ya que soy una rebelde y ése tipo de palabrillas me traen malos recuerdos, más bien dejan oír un sonido de toque de queda, o de camiones con soldaditos vestidos de verde, (por lo menos en mi tierra, se vestían así). Con los años descubrí que aquella apreciación poco oportuna en su momento, no había sido tan descabellada y la transformé en "Haré lo que me venga en gana mientras no fastidie a los vecinos".
Los emigrados somos como golondrinas de verano, vamos y venimos, algunos nos enamoramos de un nuevo suelo y decidimos que de aquí solo partiremos con los pies para adelante, otros se van, siempre se van, quizás porque no descubrieron aún, que lo que estaban buscando está dentro de ellos.
Un avión, una maleta, un par de ropas, sueños muchos, alguna foto, muchas lágrimas, aprendizaje.....mucho. Solo unos pocos logran lo que han venido a buscar, depende de ti..de nadie más.
Si las rosas no tuviesen espinas, seguramente no se verían tan interesantes.

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